lunes, 22 de noviembre de 2010

BRONCA...

Ante la muerte de Ezequiel de 6 años muerto de un tumor por veneno, insumo de su "trabajo" en la avícola Nuestra Huella.


Por Paula Schaller


La bronca no se deja contener después de la noticia: Ezequiel, de sólo 6 años, murió víctima del trabajo esclavo que lo sometía desde los 4, cuando apenas sabía hablar y ya estaba condenado a entregar sus pequeños músculos más de 14 horas, todos los días, para enriquecimiento de la empresa avícola “Nuestra Huella”. Ezequiel estaba condenado, siendo apenas un niño, a manipular Nuvan, veneno fosforado utilizado para matar moscas, prohibido en casi todo el mundo y origen del tumor cerebral cancerígeno que lo mató.
Para el, cada día vivido era igual al anterior: jornadas de trabajo interminables, gallineros inmundos recorridos con sus pies descalzos sucios de sangre, caca y veneno. A la noche, con las energías destrozadas, un dormitorio hacinado como única promesa de algún sueño liberador (quizás una pelota, quizás un parque); hasta que las 6 de la mañana lo depositaban en su realidad de trabajo obligatorio, inapelable. Y así todos los días.
Lo mismo sufre  su familia, lo mismo miles de familias pobres que no tienen más horizonte que la explotación descarnada. Como si no hubiesen transcurrido los más de 2 siglos que nos separan de la Revolución Industrial, con sus comienzos de trabajo casi esclavo donde la naciente clase obrera no había conquistado aún ningún derecho y, andrajosa, aparecía en el proscenio de la modernidad padeciendo las condiciones más inhumanas.
Hoy son millones los que sufren de la expropiación de todos sus derechos, robados en nombre de la más inquebrantable ley del estado capitalista: la ganancia empresaria. Será por eso que pese a las denuncias y allanamientos que constataron la existencia de condiciones de esclavitud, el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires nunca clausuró las granjas de “Nuestra Huella” en Pilar. Menos aún la justicia encarceló a Alejandra López Camelo, presidenta de la empresa, sugestivamente prima de Humberto Zúccaro, intendente de Pilar,  quien fuera duhaldista y hace unos años devino en hombre del kirchnerismo en el  noroeste provincial. El mismo que se vanagloria del empuje productivo del municipio que comanda, con un parque industrial que en los años de “crecimiento económico k” se dinamizó a base de generalizar la tercerización, el trabajo precario y en negro, a lo que se suman los más de mil trabajadores municipales (el 35 %) contratados que carecen de obra social y jubilación.[1] Una verdadera muestra a pequeña escala de la cara del “modelo de recuperación del empleo” que el gobierno nacional no quiere admitir.
Claro que esto también tiene su contra-cara, promocionada desde distintos sitios webs del municipio: allí se ofrece a los empresarios “la exención del impuesto a los ingresos brutos y el impuesto inmobiliario hasta por 7 años”, así como “exenciones de tasas e impuestos por 6 años por parte de la Municipalidad de Pilar”[2], un gran negocio para pocos. Como para pocos son también los barrios privados y countries[3], toda una marca del Pilar floreciente de las últimas décadas, asentado sobre los millonarios frutos de la especulación inmobiliaria y la precarización del empleo. Se ha constatado que más del 70 % de quienes trabajan allí en limpieza y construcción, al igual que en los múltiples shoppings de la zona, están en negro, sin derecho a nada más que tratar de mantener sus changas para seguir comiendo.[4]
¿Será este el modelo nacional y popular inclusivo por el que “militan” Zúccaro y tantos otros caciques del peronismo bonaerense?
Y, por si quedaban dudas, digamos que Zúccaro no se anda con chiquitas: junto con el ayer menemista y hoy kirchnerista Scioli, estuvo a la cabeza de la política de “combate a la inseguridad”, eufemismo que significa criminalizar a los pobres, colocando cámaras de seguridad en las calles de la ciudad. Claro que estas cámaras no estaban destinadas a filmar las condiciones de esclavitud que llevaron a Ezequiel a la muerte, como lo harán con tantos otros. Pero todavía más, porque Zúccaro, ni lerdo ni perezoso, sabe hacer negocios redondos: como condición para  otorgarle la habilitación a la avícola “Granja Tres Arroyos”, impuso la realización de un “aporte a la comunidad” por parte de esta: la construcción de una comisaría en la zona![5]
¿Será esta la verdadera cara de la “política de Derechos Humanos” que el peronismo aplica en sus feudos, donde ni el encarcelamiento de algunos genocidas emblemáticos basta para darles un barniz “progresista”? 
Es de la mano de estos “barones” que Cristina convoca a la juventud a la militancia en “defensa del modelo”, junto con los caciques sindicales que dejan correr el trabajo precario y atacan a los trabajadores cuando salen a luchar. Los mismos que hasta los asesinan como a Mariano Ferreyra, un joven, un compañero, que dejó su vida luchando por los derechos de los millones de “trabajadores de segunda” que no tienen derecho a nada. Como tampoco los tuvo Ezequiel ni los tiene su familia.
Con bronca, pero con el entusiasmo de militar por hacer de la vida algo vivible, va el mejor homenaje a Mariano y Ezequiel, que no puede ser más que la lucha revolucionaria por arrancar de la esclavitud moderna a todos aquellos que no tienen nada que perder, salvo sus propias cadenas.



[3] Se estima que en los últimos años el partido ha recibido aproximadamente 20.000 habitantes de un status socio-económico medio-alto, sectores que pudieron adquirir viviendas en urbanizaciones cerradas cuyo costo es siempre superior a los 100.000 dólares. (KOPPMAN, Sonia, La ciudad privada: nuevos actores, nuevos escenarios, nuevas políticas urbanas, Scripta Nova, Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.)

[4]     SANGUINETTI, Juan Santiago, Vulnerabilidad Social, un estudio desde el Municipio de Pilar.

2 comentarios:

Trapito dijo...

Cuando la explotación a la que nos somete esta sociedad de mierda se hace tan evidente que duele hasta los huesos es cuando mas ganas tengo de seguir siendo un revolucionario.

eL cHaLA dijo...

¿ quieres detenerte, para dejar de mirar y comenzar a observar, de quitarte los parpados de tus oídos y dejarlos que escuchen ?