domingo, 28 de noviembre de 2010

El encierro

La acción del encierro, realizada por Graciela Carnevale, fue – sin proponérselo- el cierre del ciclo. El público había sido convocado a través de invitaciones y de su aviso en el diario a una nueva inauguración del Ciclo de Arte Experimental.
Salvo la artista, el crítico literario Nicolás Rosa – que colaboro en la redacción del texto del catalogo que se entrego a la salida, explicando la obra – y un fotógrafo que registro los acontecimientos, nadie sabía de que se trataba. Llegada la hora y cuando se habían reunido  numerosos  asistentes en el reducido local 22, Carnevale  sale del mismo cierra con un candado la única puerta y se va. En el volante se repartió al finalizar la obra explicaba  así su  intención:
La obra consiste en preparar una sala totalmente vacía, con muros totalmente vacios, una de las paredes, de vidrio, debió ser encubierta para lograr un ambiente neutro, dispuesto a recibir la obra. En esa sala ha sido encerrado el público participante que el azar reunió en la inauguración. La puerta ha sido cerrada herméticamente. Se trata de permitir el acceso e impedir la salida. Tengo un grupo de personas prisioneras. Aquí comienza la obra y esas personas  son los actores. No hay posibilidad de escape, por lo tanto el espectador se ve obligado violentamente a participar. Su reacción positiva o negativa, es siempre una participación. El final de la obra, imprevisto tanto para el espectador como para mi esta sin embargo intencionado: soportara la situación pasivamente? Un hecho imprevisible – el auxilio exterior- ¿lo sacará  del encierro? O ¿se animará a proceder violentamente y romperá el vidrio?
La obra tiende a provocar, mediante un acto de agresión, la toma de conciencia por parte del espectador del poder con que la violencia se ejerce en el mundo cotidiano. A diario nos sometemos pasivamente, por medio,por connivencia , por complicidad, a todos los grados de la violencia, desde el más sutil y degradante  con que se coherciona nuestro pensamiento a través de los medios de información que mediatizan contenidos falsos provistos por aquellos que los  detentan, hasta el más provocante y escandalosos que se ejerce sobre la vida de un estudiante.
Esta realidad de la violencia cotidiana en que estamos sumergidos me obliga  a ser agresiva, a ejercer también yo un grado de violencia – menor pero eficaz en este caso- a través de una obra. Para ello necesite antes violentarme a mí misma.
Quise que cada uno de los espectadores experimentara en el encierro, la incomodidad la ansiedad, por último la asfixia y la opresión y vivenciara un acto de violencia improvisto. Previne de antemano las reacciones, los riesgos, los peligros que esta obra podía implicar y asumí concientemente la responsabilidad de lo que esto suponía. Pienso que fue elemento importante en la concepción de la obra la consideración de los impulsos naturales reprimidos por un sistema social dirigido a crear entes pasivos, a generar la resistencia actuar, a negar, en suma, la posibilidad de cambio.
El “encierro” ya ha sido propuesto a través de la imagen verbal (literatura) y  a través de la imagen visual (cine). Aquí es propuesto no ya mediatizado por un imaginario sino como una plena vivencia vital y artística a la vez. Considero que, a nivel estético materializar un acto agresivo como hecho artístico implica necesariamente este riesgo. Pero es precisamente este riesgo el que clarifica artísticamente la obra, el que le da un claro sentido de arte relegado a otros niveles de significación lo que la obra pudiera tener de experiencia psicológica o sociológica.

CICLO DE ARTE EXPERIMENTAL ROSARIO1968/ CORDOBA 1365 LOCAL 22
Durante una hora el público encerrado y el que se agolpaba afuera esperaron expectantes que pasara algo, que volviera la artista, acabara con la broma y empezara con la obra.


1 comentario:

eL cHaLA dijo...

Resulta interesante partir de esta “muestra-intervención-acción”, para poder empaparnos de aquella praxis en la que los artistas no solo se pensaban como sujetos activos y políticos sino que se desarrollaban y actuaban a la par en los procesos revolucionarios que se sucederían, junto a los sectores mas explotados y oprimidos; y con esto ubicarnos hoy como jóvenes artistas que no nos corfomamos con la miseria de lo posible y lo expresamos en la cotidiana necesidad de derribar este perverso sistema que asesina a nuestros niños obligándolos a trabajar (como a Ezequiel Ferreyra); que asesina a los que luchan (como a Mariano Ferreyra); que convierte cada día en un latigazo sobre las espaldas de miles de trabajadores; que solo deja miserias para nuestro futuro… Es aquí donde el ahora nos apura.
Pero volviendo.Ubicándonos, estamos hablando de 1968, un año que hacia estallar las gestas estudiantiles y obreras alrededor del mundo (Paris, Berlín, Madrid, México, Montevideo).
“El encierro” surge previo a lo que fue Tucumán Arde (ese mismo año) y para comenzar se hace necesario citar la declaración de la muestra de Rosario en 1968: “La violencia, es una acción creadora de nuevos contenidos: destruye el sistema cultural oficial, oponiéndole una cultura subversiva que integra el proceso modificador, creando un arte verdaderamente revolucionario.
El arte revolucionario nace de una toma de conciencia de la realidad actual del artista como individuo dentro del contexto político y social que lo abarca.
El arte revolucionario propone el hecho estético como núcleo donde se integran y unifican todos los elementos que conforman la realidad humana: económicos, sociales, políticos; como una integración de los aportes de las distintas disciplinas, eliminando la separación entre artistas, intelectuales y técnicos, y como una acción unitaria de todos ellos dirigida a modificar la totalidad de la estructura social: es decir un arte total”.
Tucumán Arde comienza siendo un intento por “cambiar la conciencia del espectador” pero vas mas alla… avanza: engendrando que un sector del arte, comience a cuestionarse no solo su actividad artista, sino mas bien su posición como sujeto, ligándose a la clase obrera, no solo de manera solidaria, sino confluyendo en practicas comunes; utilizando sus herramientas como medio de contra información; como así también cuestionando la organización del campo artístico, sus instituciones y las estrategias simbólicas de las clase dominante. “La experiencia fue tan intensa, que condujo a muchos de sus participantes a la conclusión de que ya no era posible pensar en la transformación de la realidad a través del arte, aun cuando este fuese de vanguardia. Para algunos artistas, la opción fue abandonar el arte para transformar la sociedad en el terreno de la lucha política. Las acciones colectivas y violentas que protagonizaron las multitudes demostraron que era en las calles donde diariamente se realizaban y se llevaban al extremo las aspiraciones máximas de sus programas”
Pero para no extenderme demasiado, y para tirar la primera piedra (que espero la continúen): Estamos parados sobre aquellos hombros, y ya no nos pueden convencer que sin ningún tipo de libertad en el hombre podremos crear, expresar, pensar, imaginar… libremente. Ya no nos pueden hacer creer en el “arte por el arte”…
Porque esperar, si ya aprendimos a caminar?